En estos enlaces podeis escuchar las canciones de la obra, algunos se las saben ya de oirlas en el cole:
Por último, aquí teneis el cuento, una preciosa historia que nos enseña valores y lecciones de vida:
Como cada verano, la Señora Pato se puso a empollar los huevos y todas sus amigas del corral
estaban deseosas de ver a sus patitos, que siempre eran los más bonitos de todos. Llegó el día en que
los patitos empezaron a abrir los huevos poco a poco y todos se reunieron alrededor del nido para
verlos por primera vez. Uno a uno salieron de los huevos, hasta seis preciosos patitos, cada uno de
ellos acompañados por gritos de alegría de la Señora Pato y de sus amigas. Tan contentas estaban,
que tardaron un poco en darse cuenta de que un huevo, el más grande de todos, aún no se había
abierto.
Todos concentraron su atención en el huevo que estaba intacto, hasta los patitos que acababan de
nacer, esperando ver algún signo de movimiento. Al poco tiempo, el huevo comenzó a romperse y salió
un patito sonriente, más grande que sus hermanos, pero, ¡sorpresa!, mucho más feo que los otros
seis. El patito se quedó muy triste, porque se dio cuenta de que allí no lo querían. Pasaron los días y su
aspecto no mejoraba, al contrario, empeoraba, ya que crecía muy rápido, era muy delgado y bastante
torpe. Sus hermanos le hacían bromas pesadas y se reían constantemente, diciéndole feo y torpe.
El Patito decidió que tenía que busc ar un sitio donde poder encontrar amigos que de verdad le
quisieran, a pesar de su asp ecto desastroso y una mañana, muy temprano, antes que nadie se levantara,
huyó por un agujero de la valla.
Durante su viaje el patito conoció a una rana que le ayudó a admirar su valentía y le dio fuerzas
para poder seguir con su viaje sin desfallecer anímicamente. La rana le prometió que él sería guapo
cuando ella tuviera pelo.
Llegó el invierno y el patito feo casi se muere de hambre, pues tenía que buscar comida entre el hielo
y la nieve. Al final llegó la primavera y el patito feo pasó por un estanque donde se encontró unas
aves muy bellas que nunca había visto hasta el momento. Eran elegantes, gráciles y se movían con
tanta distinción que se sintió totalmente acomplejado porque él era muy torpe. De todas formas,
como no tenía nada que perder se acercó y los preguntó si podía bañarse con ellas. Los cisnes le
respondieron:
estaban deseosas de ver a sus patitos, que siempre eran los más bonitos de todos. Llegó el día en que
los patitos empezaron a abrir los huevos poco a poco y todos se reunieron alrededor del nido para
verlos por primera vez. Uno a uno salieron de los huevos, hasta seis preciosos patitos, cada uno de
ellos acompañados por gritos de alegría de la Señora Pato y de sus amigas. Tan contentas estaban,
que tardaron un poco en darse cuenta de que un huevo, el más grande de todos, aún no se había
abierto.
Todos concentraron su atención en el huevo que estaba intacto, hasta los patitos que acababan de
nacer, esperando ver algún signo de movimiento. Al poco tiempo, el huevo comenzó a romperse y salió
un patito sonriente, más grande que sus hermanos, pero, ¡sorpresa!, mucho más feo que los otros
seis. El patito se quedó muy triste, porque se dio cuenta de que allí no lo querían. Pasaron los días y su
aspecto no mejoraba, al contrario, empeoraba, ya que crecía muy rápido, era muy delgado y bastante
torpe. Sus hermanos le hacían bromas pesadas y se reían constantemente, diciéndole feo y torpe.
El Patito decidió que tenía que busc ar un sitio donde poder encontrar amigos que de verdad le
quisieran, a pesar de su asp ecto desastroso y una mañana, muy temprano, antes que nadie se levantara,
huyó por un agujero de la valla.
Durante su viaje el patito conoció a una rana que le ayudó a admirar su valentía y le dio fuerzas
para poder seguir con su viaje sin desfallecer anímicamente. La rana le prometió que él sería guapo
cuando ella tuviera pelo.
Llegó el invierno y el patito feo casi se muere de hambre, pues tenía que buscar comida entre el hielo
y la nieve. Al final llegó la primavera y el patito feo pasó por un estanque donde se encontró unas
aves muy bellas que nunca había visto hasta el momento. Eran elegantes, gráciles y se movían con
tanta distinción que se sintió totalmente acomplejado porque él era muy torpe. De todas formas,
como no tenía nada que perder se acercó y los preguntó si podía bañarse con ellas. Los cisnes le
respondieron:
- ¡Pues se claro que sí, eres uno de los nuestros!
Y el patito respondió:
- ¡No os burléis de mí! Ya sé que soy feo y torpe, ¿pero os tenéis que reír de mí por eso?
- Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y verás que no te mentimos.
El patito se introdujo en el agua transp arente y lo que vio lo dejó maravillado. ¡Durante el largo
invierno se había transformado en un cisne precioso! Aquel patito feo y torpe era ahora el cisne más
blanco y elegante de todos los que había en el estanque y observó como a su amiga la rana le creció
una larga melena.
Así fue como el patito feo se unió a los suyos y fue feliz por siempre jamás.
Y el patito respondió:
- ¡No os burléis de mí! Ya sé que soy feo y torpe, ¿pero os tenéis que reír de mí por eso?
- Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y verás que no te mentimos.
El patito se introdujo en el agua transp arente y lo que vio lo dejó maravillado. ¡Durante el largo
invierno se había transformado en un cisne precioso! Aquel patito feo y torpe era ahora el cisne más
blanco y elegante de todos los que había en el estanque y observó como a su amiga la rana le creció
una larga melena.
Así fue como el patito feo se unió a los suyos y fue feliz por siempre jamás.
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